La nueva Reforma Universitaria necesaria*
Por Bernardo Kliksberg
En 1918 la Reforma Universitaria cambió totalmente el perfil de la Universidad. En el 2007 se impone una nueva reforma que actualice integralmente su misión en relación a la América Latina actual. La urgencia es alta. América Latina es tierra de paradoja. Tiene inmensas posibilidades y ha sido bendecida con una dotación privilegiada de recursos naturales.Sin embargo, el 38.5% de la población se encuentra en estado de pobreza, y la pobreza viene creciendo, pasó de 137 millones de personas en 1980 a 205 actualmente; la pobreza extrema aumentó de 62 millones a 79 millones. La tasa de mortalidad infantil es 10 veces la del Canadá, la de mortalidad materna más de 20 veces la de los países desarrollados. Causas: falta de agua potable, desnutrición, baja educación, falta de cobertura médica (18% de los partos se hacen sin asistencia médica). La tasa de desempleo juvenil dobla las generales, y supera el 20%. Uno de cada 4 jóvenes está fuera del sistema educativo; y del mercado de trabajo más de 50 millones. Una bomba de tiempo. América Latina es muy desigual, es la región más desigual del planeta. No la más pobre; sí la más desigual. El 10% de la población más rica tiene el 48% del ingreso y el 10% más pobre sólo el 1.6%. Hay agudas desigualdades en ingresos, acceso a la tierra, acceso al crédito, educación, salud, acceso a la Internet, que se refuerzan unas a otros.Ello explica las extremas dificultades del sistema educativo y de las universidades para llegar a los sectores populares, aun cuando la enseñanza sea gratuita y abierta. Casi todos los niños entran en primaria, lo que es un gran paso adelante, pero sólo 4 de cada 10 terminan la secundaria. Los niños pobres quedan en su gran mayoría en el camino porque deben trabajar, vienen de familias desarticuladas. En el 20% más pobre de la población sólo 1 de cada 10 termina la secundaria y 1 de cada 100 termina la universidad. En ese contexto las universidades poseedoras de la mayor acumulación de capacidad de investigación, y de masa crítica de la región, deben revisar a fondo como pueden ayudar a las políticas públicas a mejorar la equidad y reducir la pobreza. Un primer punto, es formar a sus egresados, al más alto nivel de calidad técnica. No debería haber lugar para la mediocridad con tantas necesidades. Al mismo tiempo estos deberían ser formados con muy elevados perfiles de compromiso ético y de servicio. Bolívar decía que “el talento sin virtud es un azote”. Episodios como los de Enron, y muchos otros han mostrado como la mejor formación técnica sino hay preparación ética no garantiza nada a la sociedad. La expansión del voluntariado en las universidades puede ayudar mucho a esta preparación en el compromiso activo. Segundo, deben hacer ciencia relevante para la región. Ciencia que, por ejemplo, se plantee porqué si la América Latina produce 3 veces los alimentos que necesita, hay 53 millones de hambrientos y un 17% de niños desnutridos crónicos, y como solucionarlo; o porque si tiene 1/3 de las aguas limpias del planeta hay a pesar de ello 128 millones de personas sin instalaciones sanitarias y 60 sin agua potable. Tercero, la universidad debe formar parte activa de los grandes proyectos de interés público, como universalizar educación de calidad, dar salud a todos, abrir oportunidades a los jóvenes excluidos, generando proyectos innovadores y promoviendo concertaciones con las políticas públicas, empresas socialmente responsables y la sociedad civil.Mucho se está haciendo en las universidades en esa dirección pero es poco frente a la magnitud de los retos, por ejemplo, en la región mueren anualmente 23.000 madres durante el embarazo o el parto por pobreza, y hay tanto sufrimiento social y exclusión. El gran desafío abierto, la nueva reforma, es que todos, autoridades, profesores, alumnos, graduados, no docentes, asuman a plenitud la inserción de la universidad en la lucha por la equidad y la creación de sociedades totalmente inclusivas. Es la manera de continuar en el siglo XXI, la gran reforma de 1918.
*Actualmente Asesor Principal de la Dirección del PNUD para Amémerica Latina. Profesor Honorario, Emérito, y Doctor Honoris Causa, entre otras, de la Universidad de Buenos Aires, Universidad Simón Bolívar, LUZ, Universidad Católica del Perú, Universidad Rey Juan Carlos de España, Universidad Nacional de Córdoba, Universidad Autónoma de Santo Domingo, y otras. Autor de numerosas obras, las últimas los best seller internacionales "Hacia una economía con rostro humano" (11 ediciones) y "Más ética, más desarrollo" (12 ediciones). Ha asesorado en desarrollo social y reforma estatal a más de 30 países.
*Actualmente Asesor Principal de la Dirección del PNUD para Amémerica Latina. Profesor Honorario, Emérito, y Doctor Honoris Causa, entre otras, de la Universidad de Buenos Aires, Universidad Simón Bolívar, LUZ, Universidad Católica del Perú, Universidad Rey Juan Carlos de España, Universidad Nacional de Córdoba, Universidad Autónoma de Santo Domingo, y otras. Autor de numerosas obras, las últimas los best seller internacionales "Hacia una economía con rostro humano" (11 ediciones) y "Más ética, más desarrollo" (12 ediciones). Ha asesorado en desarrollo social y reforma estatal a más de 30 países.
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